El ser humano no necesita creer en ningún dios porque así se lo diga su yo interior o porque necesite abrirse a un ser sobrenatural; necesita la religión para poder dejar a un lado su egoísmo y triunfar en las relaciones sociales.

Golpes

La lluvia suele llevar connotaciones tristes. Cuando llueve, te sueles sentir de capa caída, triste, pensativo... Normalmente, los golpes duros de la vida, si cuadran en momentos de lluvia, se tragan peor. Parece como que incita al alma a sentir un pesar muy fuerte, y a querer cambiar todo, para que vayan mejor las cosas. Esto, con sol, no pasa tanto.

Pero, la lluvia, no es más que agua, fuente de vida. En la lluvia se puede resurgir, con fuerza, con vida, porque su frescura rejuvenece el espíritu. Para ello, no basta con verla, hay que tocarla, sentirla... Porque bajo la lluvia ese pesar es aún mayor, pero también el ansia de levantarse, y la fuerza surge de tu interior como un volcán en erupción. No maldigas a la lluvia, puede ayudarte a mejorar y a sentirte mejor. Esto, con sol, no pasa tanto; con el sol los golpes no son tan duros, pero permanecen ahí, se pueden dejar pasar, encubrir... pero no olvidar. Los grandes cambios de la lluvia son más notables y fuertes, permiten dejar de lado las penas y tomar un nuevo camino, más seguro y fiable.


"La lluvia no es tan mala, a mí me gusta."

Incapaz

Relájate, olvídate de todo, no pienses en nada, mantén tu mente en blanco... ¿Fácil? No. Se puede controlar la mente, a niveles normales es muy fácil, solo cuando desatas su furia es más difícil controlarla. No puedes parar de pensar, te das cuenta de que ya no la dominas, de que, aunque lo intentes, no puedes dejar de pensar, el sueño no te sirve de nada, no descansas, tu mente sigue funcionando, generando sueños, pesadillas, pesadez, cansancio... Observar que tu mente funciona más rápido que tu cuerpo, incluso más que tú, es muy chocante. No poder hacer nada por detenerla, no poder dejar de pensar, no poder dominarla, cada vez se hace más difícil.

¿Actuar sin pensar? No, no controlar los actos, pensar sin actuar, en el fondo es lo mismo; piensas tantas cosas antes de actuar, que acabas haciendo lo que pensabas al principio, un círculo vicioso que te agota.

Decir que no, aún queriendo decir que sí, está presente en el día a día, porque no eres tú quien controla tus actos, es tu mente, y tú ya no la controlas.





¿Locura?

¿Qué esperabas?

Nunca se sabe lo que vendrá con el tiempo, lo que se llegará a ser, a conseguir... La ley de Murphy siempre se acabará cumpliendo, así que no hagas grandes planes detalladamente, una pequeña diferencia supondrá que se estropee, no esperes que no pase nada, no creas en los milagros, confía en ellos. Las cosas no salen como se desearía, pero es así, y hay que aguantarse. Haber actuado antes, ahora no te quejes. No lo has hecho, no le des más vueltas, pasa página, que si no luego estarás quejándote todavía más por haber perdido este tiempo. Prepárate para lo peor, aunque su sacudida será muy fuerte incluso en las mejores condiciones.

Aunque puede que la fortuna te sonría y las cosas no salgan tan mal...

Ignorante

"Cuando pasas a mi lado y te veo sonreír, sonríe la ignorancia". Porque no sabes qué es lo que estoy pensando cuando estás a mi lado, no sabes qué pienso de ti, qué tengo en mi mente cuando te tengo cerca,cuando hablo contigo. Sonríe la imaginación, la confianza, la ignorancia. Porque, por mucho que me conozcas, nunca sabrás cómo soy, nunca sabrás cómo puedo llegar a ser, qué puedo llegar a ser. Te crees que lo sabes todo sobre mí, y en realidad quizá no sepas nada. Crees que sabes como soy, que conoces de antemano cómo voy a reaccionar, y que no puedes perder ninguna batalla que libres contra mí.

Te crees que soy como los demás, que yo también tropiezo cien veces con la misma piedra... Pues no, tropiezo doscientas; pero llegado a ese punto, será tal la costumbre de cometer el mismo error, que te lo imaginarás, y tu imaginación, tu confianza, tu ignorancia, te jugará una mala pasada, y te sorprenderé, y perderás la batalla con más diferencia que todas las que tú me has ganado a mí, porque crees que me conoces.

Yo también creo que te conozco, solo que, como me espero tantas cosas de ti, sé que tengo muchas probabilidades de errar, me preparo de antemano, no me confío tanto, porque sé que no te conozco.

Por eso, el día que esperes una cosa de mí, algo rutinario, y no lo obtengas, ese día, podré alzarme y decirte: "hoy gano yo".